Mientras el país asiático se ve sacudido por los asesinatos, la violencia y los constantes actos de la guerrilla, los obispos piden a la población que evite los actos sociales y las fiestas callejeras. También se desaconsejan los regalos y las cenas, prefiriendo los gestos concretos de caridad. El testimonio del Padre Henry Naung. «Pueblos e iglesias destruidos. Miles de cristianos huyen a los bosques. Todos los días intento averiguar si mi familia está viva o si su casa ha sido incendiada».