8b046e35121d71408fcfc0ac5545ea49-1

ACTITUDES SINODALES DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE

“El camino que se recorre juntos”

ENCUENTRO

La sinodalidad implica conocimiento, escucha y reconocimiento mutuo. Juan Diego tuvo cuatro encuentros con la Morenita, y en cada uno de ellos se desarrolló un diálogo y un mensaje especial. Desde el primer encuentro, la relación entre la Morenita y Juan Diego se caracterizó por la ternura y la sencillez, similar a la de una madre con su hijo. María llamaba a Juan Diego con dulzura, y él, incluso sin saber quién era ella, reconocía la voz de su madre; se ofrecía de inmediato para servirla y atender sus peticiones.

Esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo son nuestros encuentros con nuestros hermanos? ¿Somos capaces de reconocernos mutuamente y dejar una huella de humanidad en el otro?

Santa María de Guadalupe, a través de Juan Diego, nos deja claro que ella se ha puesto en camino para caminar con nosotros, para estar a nuestro lado con una actitud materna y guiarnos hacia el Dios por quien se vive.

ESCUCHA

La Virgen de Guadalupe nos brinda un poderoso ejemplo de escucha, al revelar su disposición para escuchar no solo las palabras, sino también los latidos del corazón humano. Su compromiso de estar presente y escuchar el llanto, la tristeza y las diversas penas de la humanidad. es un acto de profunda compasión.

La sinodalidad, como actitud de escucha, requiere humildad para reconocer que ninguna voz es insignificante. Como pueblo de Dios que camina unido, es esencial solidarizarnos unos con otros, donde la escucha va más allá y se enfoca en generar comunión. 

COMUNIÓN

Juan Diego escucho algo maravilloso.  Ella, la madre de Dios, era también su madre y, así mismo, la de todos los que estaban juntos en esta tierra, ella se presenta como madre de todas las naciones, madre de todos los corazones.

Su mensaje que va más allá de las fronteras, de las barreras étnicas y culturales nos invita a reconocernos mutuamente como seres amados por ella, miembros de la gran familia de Dios.

El amor compasivo que irradia nos desafía a derribar barreras, a acoger a aquellos que consideramos diferentes y a establecer vínculos basados ​​en la aceptación y el respeto mutuo.

PARTICIPACIÓN

Ella buscó la participación de un ser humano humilde, sencillo y obediente para llevar a cabo su voluntad. Ahora es tiempo de que el laicado participe activamente; es momento de que los laicos contribuyan en la historia de la salvación.

Santa María de Guadalupe nos desafía a adoptar la corresponsabilidad y promover la participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y la misión de la Iglesia.

La Virgen eleva la dignidad del hijo considerado menor, involucrándolo en la misión a la que todos estamos llamados por el don del bautismo. Nos recuerda que todos compartimos la responsabilidad de edificar el Reino de Dios. No podemos permitir que prevalezca la mentalidad del descarte.

Es un llamado a reconocer la dignidad de cada individuo y a fomentar una participación activa y significativa de todos en la vida comunitaria y en la misión de la Iglesia.

MISIÓN

Santa María de Guadalupe es la primera misionera y discípula del amor de Dios. Su actitud no es estática, sino dinámica; mueve los corazones y llega a lo más profundo del ser humano.

Ella solicitó la construcción de su ‘casita sagrada’ como un centro de misión constante, pidiendo que fuera edificada en el llano del Tepeyac. Esto simboliza la actitud de facilitar el encuentro con Dios en un espacio llano y accesible, eliminando cualquier obstáculo para que Dios se encuentre con lo más amado de su creación: sus hijos.

Juan Diego fue un instrumento en esta misión y solo se le pidió que no callara lo que había visto y oído, que saliera y lo compartiera.

«No podemos callar lo que hemos visto y oído»: no podemos silenciar nuestra experiencia de este amor inagotable. El amor divino no conoce límites, ni exclusividad. Por eso, nosotros que hemos sido testigos de esta verdad tenemos la responsabilidad de llevar esta luz a aquellos que aún no la conocen. El mandato evangélico es claro: ‘Vayan y hagan discípulos en todos los pueblos” Mt. 28, 16

DIÁLOGO

Observar el diálogo entre San Juan Diego y Santa María nos sumerge en un intercambio entre la Reina y su siervo. Es tierno ver cómo la Reina se comunica en la lengua materna de Juan Diego, estableciendo un diálogo dulce y conmovedor que revela su atención hacia las preocupaciones y sentimientos de su siervo.

Santa María de Guadalupe nos muestra que, sin importar nuestra lengua o forma de expresarnos, ella nos comprende y se interesa por nuestras vidas. Su ejemplo deja en claro la importancia de derribar barreras de superioridad y comunicarnos en el idioma universal del amor, uno que todos comprendemos.

En un entorno sinodal, el diálogo se convierte en una herramienta fundamental que derriba fronteras y nos impulsa a caminar juntos. Es esencial abrirnos a la certeza de la comunión, donde el diálogo nos une más allá de cualquier diferencia.

VERDAD

La verdad a menudo encuentra resistencia al ser comunicada y aceptada. En su labor de llevar el mensaje de la Virgen de Guadalupe al obispo, Juan Diego enfrentó la posibilidad de no ser escuchado o creído.

Sin embargo, Santa María de Guadalupe manifestó la verdad a través del milagro de las rosas. Este suceso milagroso fue un medio para autenticar el mensaje de Juan Diego y confirmar la verdad que él transmitía. La Iglesia continúa siendo la portadora de la verdad y está llamada a proclamarla. Nos recuerda que defender la verdad puede ser desafiante, pero nuestra misión es ser testigos de Aquel que es la ‘Verdad’, ser testigos de Dios. Debemos ser persistentes y fieles en esta misión

DISCERNIMIENTO

El acontecimiento guadalupano revela un proceso profundo de discernimiento. Tanto la Madre celestial como Juan Diego mostró humildad y obediencia ante la autoridad del Obispo, quien, como líder de la Iglesia, analizó los hechos y buscó una señal para confirmar la voluntad de Dios. La Virgen indicó a Juan Diego que las diversas flores serían la señal presentada al Obispo, parte de los signos que respaldarían la solicitud de construir una ‘casita’. Ante la evidencia de las rosas, el Obispo reconoció la autenticidad de la petición de la Virgen Esta validación proporcionó certeza sobre el mandato divino.

El discernimiento se guía por la humildad y la búsqueda de la verdad divina, lo que finalmente lleva a una clara manifestación de la voluntad de Dios.

APERTURA

Caminar juntos implica confianza y embarcarnos en un viaje como hermanos desafía nuestra disposición a ir codo a codo con los demás. En este ‘andar juntos’, se revela una actitud de apertura y confianza mutua.

La apertura que Santa María de Guadalupe otorgó a San Juan Diego es destacable. Él se convirtió en un misionero digno de confianza, un mensajero al que se le confió una tarea crucial. Esta apertura no sólo reside en el encargo, sino en la confianza depositada en él para llevar a cabo la voluntad divin

Este proceso de ‘andar juntos’ revela la esencia de una Iglesia en constante movimiento y salida.

2 Responses

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *