Sacerdote

La figura sacerdotal del Venerable José Antonio Plancarte y Labastida la descubrimos al leer con atención sus escritos autobiográficos, especialmente su Diario y las notas de sus Ejercicios Espirituales. Ahí podemos descubrir que “Alguien” se ha cruzado en su vida de modo sorprendente: “Dios”

Su encuentro con Cristo es una experiencia de amor, y a partir de este encuentro nadie puede suplir la centralidad de Cristo en su corazón.

Antonio Plancarte, se sintió: mirado, llamado, elegido… amado. El nacimiento de una vocación es un don de Dios que hay que descubrir.

Empecé a examinar los diferentes estados en que vive el hombre, y mis propias inclinaciones; y este examen dio por resultado que la vida eclesiástica era la más segura para mí.

La vocación sólo encuentra su explicación en el amor.

¡Dios mío, llámame al estado en que Tú quieres que yo te sirva!

…Y el Señor lo condujo por sus caminos.

…me hizo conocer claramente que su divina voluntad era que yo le sirviera en el estado del sacerdocio.

…a este estado me ha guiado el deseo de salvar mi alma, morir tranquilo y contribuir a la gloria de Dios trabajando en la salvación de las almas y en la educación de la juventud.

… al abrazar este estado santo y sublime me consuela el deseo que tengo de servir a Dios lo mejor que pueda; y me anima la esperanza de que el Señor me ayudará y protegerá.

Madre mía Santísima, en tus purísimas manos me pongo, para que me hagas fiel imitador de tu pureza y humildad.

SEE, III-A Ej. Esp., Vol. 1, 1863, p. 18.

El 11 de junio de 1865 se ordena sacerdote, en Tívoli, Italia.

 

 ¡Soy Sacerdote! he aquí el secreto de mi felicidad… ¡Qué felicidad tan grande ser ministro de Jesucristo…!

Antonio participó sus intenciones al Santo Padre Pío IX, pidiéndole la bendición y un consejo, y Su Santidad, dice,   me dio la bendición y me exhortó a trabajar con empeño y constancia por la gloria de Dios y a no temer las persecuciones y los trabajos.

SEE, I Diario, Vol. 4, T. VII-2,1865, p. 3.

Después de ordenado sacerdote regresa a México; inicia su ministerio sacerdotal en Zamora y Jacona, Mich. El día 17 del mes de mayo de 1867, es nombrado Párroco de Jacona. …anuncié al pueblo mi nombramiento de cura, manifestándoles que estaba aquí para servirles y no para que ellos me sirvieran. SEE, I Diario, Vol. 4 T. VII-2, 1867, p. 68.

…y confiando en Dios y su divina gracia, abracé mi cruz, la besé y resolví consagrarme a la felicidad de este pueblo que tan bien había acogido mi predicación y que tanta prueba me daba de amor y gratitud. Este mismo día recibí los archivos y todo lo perteneciente al curato, firmé los inventarios y me sentí Cura de Jacona. SEE, I Diario, Vol. 4 T. VII-2, 1867, p. 69.

Se dedica con pasión al bien espiritual y temporal de su pueblo. La predicación popular, la catequesis y las celebraciones litúrgicas y devocionales armonizaban con las obras de caridad, de educación y de acción social.

Después de 15 años cesó de párroco en Jacona, y podrá decir sobre su labor parroquial: Jacona… donde derramé las primicias de mi sacerdocio; donde gasté mis fuerzas; donde se marchitó la flor de mis años… Bendito sea el Señor que se dignó valerse de mí para tantas obras.

Antonio Plancarte fue, y es: camino de identificación con Cristo llevaba a Jesús en su mente, en su corazón y en su vida. Así escribió a su hermano José María: con su ayuda seré buen sacerdote… él me dará fuerza para todo si yo le sirvo con fidelidad. Pídele a Dios que yo sea buen sacerdote o que me quite la vida.

La vida sacerdotal tiene sentido cuando se gasta para anunciar y celebrar la misericordia de Dios. Esta convicción de fe se convirtió en el secreto de su santidad sacerdotal, vivió su vocación centrada en el seguimiento de Cristo.

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