En la víspera de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, Francisco recuerda que la Navidad suscita estupor, pero no el de efectos especiales o fantásticos, ni de romanticismo y cursilería sino el que proviene del misterio de la realidad, de la gratitud por la cercanía de Dios, que no abandona a su pueblo y que es Dios-con-nosotros.