En la homilía de la misa de Pentecostés, celebrada en la basílica vaticana, Francisco invita a llevar el anuncio del Evangelio con fuerza pero sin imposiciones y con amabilidad para que todos sean acogidos. El Espíritu Santo -explica- nos ayuda en los momentos de lucha a salir fortalecidos y es un «huésped dulce y consolador».