En un Ángelus el Papa recordó esta frase tomada de la Biblia, del Libro del Sirácide. Hoy parece cada vez más actual ante las palabras de odio que se escuchan y ante los riesgos de una guerra que se prolonga en Ucrania. Con el odio, la indiferencia también pone en peligro a la humanidad, ya que hay tantas víctimas de guerras olvidadas en el mundo.