El Padre José Antonio Plancarte y Labastida, se dejó configurar por el Espíritu Santo, moldeando así su corazón. Este proceso de transformación estuvo acompañado por la protección maternal de María Santísima que le inspiró, aconsejó, protegió y acompañó en toda su vida.
De la íntima unión con Dios y con María Santísima nace su liderazgo en la formación de futuros sacerdotes y religiosas. Él, en la manera peculiar de ser formando y formador nos da las siguientes notas distintivas:
Dios en su providencia infinita va perfilando poco a poco en su vida, las maneras de formar el Cristo del Evangelio en los demás: Cristo maestro, médico y apóstol; acompañado siempre de María Santísima que le enseña hacer la voluntad del Padre.
Antonio Plancarte y Labastida Abad de Santa María de Guadalupe, su vida por Francisco Plancarte, México, 3 a edición, 2012 p. 29
Tal fue su acierto que destinó gran parte de su herencia para ofrecerles una formación selecta en Colegio Pío Latinoamericano en Roma, al respecto dice:
es el hecho más heroico y benéfico de mi vida... porque ellos serán la honra de sus familias y la felicidad de muchos pueblos.
SEE V. 5 T VIII- 1, 1876 p. 34.
Juan Esquerda Bifet, Seguirán tus Huellas 1994, p. 53-54.
A las religiosas las exhorta a ser dignas esposas de Cristo:
…santifiquémonos, sacrifiquémonos sin reserva en bien de nuestros semejantes, pongamos en Dios nuestra confianza.
Cartas a sus Congregantes p. 44
El objetivo de la formación de sus futuras religiosas será alcanzar la transformación en Cristo y adquirir los elementos que le permitan servir mejor a los hermanos.
Que Dios las bendiga y las haga tan santas y útiles a su Patria…
Cartas a sus Congregantes p. 62.
A la maestra de novicias
Mucho te recomiendo… que las hagas amar y servir a Dios en todas las cosas aún en las más pequeñas e insignificantes.
Cartas a sus Congregantes p. 228.
Además, en medio de todas sus ocupaciones, les procuró una formación integral, constante, dándoles ejercicios espirituales y cuidando su crecimiento espiritual.
Su ser de formador lo acompaño siempre con su testimonio de vida proyectando su amor a Cristo y su celo apostólico, así como una profunda vida espiritual y de virtud,
Dichoso yo si tampoco olvido las grandes hazañas de aquellos que Dios puso bajo mi tutela y para servirles de guía en la virtud.
EE.ID Vol. 4 Tomo VII -2, p.157
Su «huella» como formador está presente en la Iglesia.