«Los daños y fallos en el ámbito eclesiástico, admitidos con dolor y vergüenza por el Papa emérito, son un reto para la Iglesia de hoy. Una advertencia para un mayor compromiso de protección y prevención». Este es el núcleo de la declaración del presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, tras la carta de Ratzinger a los fieles en Múnich.