El Papa en su homilía de la Jornada Mundial de Oración por la Vida Consagrada habló de la reducción del número de vocaciones, el abandono de la vida consagrada, las aspiraciones de poder y de fama como insidias que sólo mirando al Señor como pide el Espíritu Santo, desde la pequeñez y la fragilidad, pueden abrir los corazones para abrazar nuevamente a Jesús.