En este segundo domingo de Cuaresma, el Papa reflexionó sobre el relato evangélico de la Transfiguración, que nos enseña la importancia de estar con Jesús. «Estando con Él, de hecho, aprendemos a reconocer, en su rostro, la belleza luminosa del amor que se entrega, incluso cuando lleva las marcas de la cruz», afirmó.