Donatella Fiorani, focolarina residente en Montreal, habla de la acogida de Francisco, de sus signos y de sus palabras: de esta visita del Papa un impulso decisivo para mirar la riqueza y la dignidad de los pueblos indígenas y para relanzar la presencia y la alegría cristianas que pueden devolver el calor de la proximidad en una sociedad rica, pero secularizada.