En la misa presidida en la basílica vaticana para la consagración episcopal de monseñor Kennedy y monseñor Curbelié, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el prefecto subrayó que los pastores deben seguir amando a la Iglesia, «aunque parezca una anciana llena de arrugas», de fragilidades y limitaciones. Es necesario salir de la lógica del poder y de la apariencia; el rito de la ordenación «no es una mera cuestión de mitras e incienso», sino de abandono confiado al Espíritu.