La invitación a no olvidar a los reclusos al menos durante todo el año jubilar viene del padre Lucio Boldrin, capellán de la cárcel romana donde el Pontífice abrirá una Puerta Santa el 26 de diciembre: «Los reclusos esperan a Francisco con alegría, sienten su cercanía mientras perciben el desapego de la sociedad». El hacinamiento, los suicidios, la soledad presentan problemas, pero, dice el sacerdote, a través de la fe y el trabajo garantizamos el cuidado y combatimos la indiferencia.