El Papa condena el ataque misilístico del 14 de enero que destruyó un edificio de apartamentos y mató a unos 40 civiles, entre ellos niños: «Es un llamamiento a todas las conciencias». El Pontífice manifiesta su cercanía a las familias de las víctimas y pide oraciones por el atormentado país, necesitado de «cercanía, consuelo y, sobre todo, paz».