Tenemos tanta necesidad de llorar, y no debemos avergonzarnos de hacerlo, porque las lágrimas son un don, a veces una gracia, una liberación del corazón. Llorar significa “abrirse”, abrise al Amor que nos abraza. Lo dijo el Papa Francisco pensando en las lágrimas derramadas por la Madre de Dios, al recibir a la Comunidad Pastoral de Nuestra Señora de las Lágrimas. “Las lágrimas de María son el signo del llanto de Dios por las víctimas de la guerra que lo destruye todo”.