El Venerable Siervo de Dios, Pbro. José Antonio Plancarte y Labastida, fue un sacerdote plenamente identificado con Cristo y como Él vivió para dar Gloria al Padre, su alimento fue hacer la voluntad del Padre, y con Cristo y como Cristo se dejó guiar por el Espíritu de Dios trabajando con ardiente celo apostólico por la salvación de las almas. La vida del padre Plancarte está fuertemente iluminada, alimentada e impulsada por la conciencia clara y profunda que tiene de su sacerdocio, él sabe que pertenece por completo a Dios, a quien ha consagrado su alma y su cuerpo con todas sus potencias y sentidos, su vida y sus bienes, por lo tanto no puede ni debe gastarlos sino en Dios, por Dios y para Dios. Así lo encontramos expresado en sus escritos de manera insistente y claramente palpable en su diario vivir.

Es precisamente esta conciencia de su sacerdocio lo que lo lleva a trabajar incansablemente por la salvación de las almas y a responder con generosidad a todo cuanto Dios le pidió, sin temor al dolor, al desengaño, a la incomprensión, a las calumnias, a la difamación, etc.; claro que todo esto que sufrió le dolió y mucho, pero Cristo era su fortaleza y en su Pasión encontró la fuerza necesaria porque no se pertenecía a sí mismo, sino que era totalmente de Dios y, como Cristo, también él tuvo como alimento el cumplimiento de la voluntad del Padre.
Como dice el libro del profeta Isaías “hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento”, así estuvo marcada la vida del padre Plancarte, quien en su carrera por hacer el bien conoció la persecución y la calumnia, dando prueba de su virtud en grado heroico, leemos en su diario cuando son perseguidas sus obras en Jacona: “¡Sea pues bendita la mano que me azota! ¡Perdónele Dios a mi azote! Beso la mano del Prelado que tan cruelmente me ha herido y le perdono con todo mi corazón”. Recordemos que no son los sufrimientos los que santifican a la persona, sino la manera en que los vive, es decir unido a Cristo y fortalecido por Él, como lo hizo el padre Plancarte.
No podemos dejar de hacer mención del gran amor y devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe, a quien consagró sus obras y de quien fue un incansable apóstol; recorrió todo el país promoviendo el conocimiento, amor y devoción a nuestra Reina y Madre y trabajó incansablemente, en medio de calumnias e incomprensiones, para que Ella fuera Coronada; la unidad del pueblo mexicano como pueblo guadalupano, la conciencia de unidad nacional en torno a nuestra Madre Santísima de Guadalupe, en gran parte se deben a este gran apóstol guadalupano.

Para gloria de Dios, el padre Plancarte, fue declarado Venerable por el Su Santidad, el Papa Francisco el 23 de enero de 2020, esto quiere decir que la Iglesia reconoce que vivió en grado heroico las virtudes, lo que significa que de forma constante practicó las virtudes en una manera que supera a como las viven los buenos cristianos, por lo que el Sumo Pontífice reconoce oficialmente que él ha seguido de cerca el ejemplo de Cristo con el ejercicio heroico de las virtudes y, por lo tanto, puede ser propuesto a la imitación de los fieles cuando se verifiquen todos los demás elementos pedidos para la beatificación y canonización; es decir cuando alcancemos de Dios un milagro que se necesita para su beatificación y otro para su canonización, con sus respectivos procesos.