«Es imperativo que el gobierno escuche activamente la difícil situación de los kenianos, ofrezca explicaciones claras y honestas sobre las promesas incumplidas y dé prioridad a las políticas que alivien las cargas socioeconómicas»: esta es en pocas palabras la exhortación de los obispos del país africano que está lidiando con una violenta serie de manifestaciones